Casi todas las veces
los conductores parecen burros con anteojeras. Eso dice mi madre. Dice que
conducen sin mirar a los que vamos a un lado, o detrás, o al otro lado. Eso
quiere decir que no disfrutan de conducir y no se fijan en las necesidades que
puedan tener los que vamos por la carretera. También dice mi madre que parecen
burros con anteojeras porque no atienden a las “normas cordiales de
conducción”. Y eso quiere decir que no son tolerantes. Creo que yo sé a qué se
refiere. En mi clase hay varios de esos burros con anteojeras, aunque no
conducen porque son como yo y no podemos sacarnos el carnet. Supongo que cuando
los de mi cole se saquen el carnet de conducir habrá todavía más burros
circulando. A mí me gustan mucho los burros, pero sin esa visera. Me dan un
poco de pena cuando los demás los
utilizan como atracción de feria. Nunca he querido subir a uno y a mi madre le
ha parecido bien. Sin embargo, hay personas que parecen burros y no me
importaría subirme encima y tirarles muy fuerte de las orejas. A mi madre
también le dan ganas de tirar de las orejas a esos conductores y de vez en
cuando se lamenta en voz alta cuando se cruza con alguno. Yo lo he visto cuando
voy sentado a su lado. Pero mi madre me ha contado que esas personas que
parecen burros con anteojeras, están por todas partes, como los del mi clase. Dice
que está bien mirar unos metros hacia delante. Pero si miras más lejos y sólo
te fijas en el horizonte borroso, te puedes perder todo lo bueno que está
pasando en ese momento por alguno de tus lados, o por detrás. Y esos sí que le
dan pena, porque dice que se pierden grandes cosas y grandes personas. No sé si
refiere a todos esos señores y señoras tan gordos. Como yo conozco sólo a los
de mi clase y son como yo, no creo que sean grandes personas. Al menos sé que
yo soy un gran niño. Eso dice mi madre. Y también dice que me enseñará a no
parecer un burro con anteojeras.
Yo no entiendo bien a
los burros, aunque me den pena y no me guste subirme a ellos. Ni a las personas
que parecen burros. A mí me gusta jugar a tirar chinas a los charcos cuando
llueve. Si mirara hacia el horizonte no acertaría ningún tiro porque mi brazo
corto no alcanza más de unos pocos metros. También me gusta saltar en los
charcos, sean de agua limpia o sucia. Lo
hago porque miro al suelo. Si llevara anteojeras no sabría dónde están los mejores
charcos para saltar y tirar chinas.
Mi madre dice que
cuando yo crezca nos iremos del pueblo. Un poco más lejos. Donde no haya
conductores que parecen burros y donde podamos desplazarnos a pie o nadando si
queremos y no en estas viejas carretas.
Porque cuando yo crezca entraremos ya
en el siglo XX y seguro que en otros pueblos más grandes se hacen carreteras
más anchas para que se pueda circular como se quiera. Pero yo creo que burros
con anteojeras los habrá en todas partes.
TITANIA HIELORROJO
thlookingforhappiness@hotmail.com