Salvatierra de Tormes Feb 2014 Foto MBReig |
A través del ventanal
pierdo la vista en las aguas del embalse y en la bruma temprana del horizonte.
Adoro los despertares y sus silencios que, lentamente, dan paso a sonidos que
se desperezan con la luz. Pocas veces puedo despertar junto a mi amante. En la
habitación de arriba, una habitación cualquiera de un paraje escondido, él
descansa. Mirando al embalse a través del ventanal siento, aún, el peso de su
cuerpo. Huelo, aún, el calor de su boca pegada a mi oído. Me gustan los
momentos de soledad de los despertares tranquilos, en su compañía. Fumar un
pitillo temprano, dejando que las palabras se vayan posando, perezosas, sobre
el papel de mi cuaderno.
Un paréntesis junto al
ventanal. Un espacio suspendido entre un ayer y un más tarde. Un despertar
silencioso en un tiempo indecentemente mío. Sólo mío. Un descanso que busco con avidez para no
olvidar el placer del silencio, de su cuerpo cálido pegado a mi piel. Un hueco
entre las horas robadas a la rutina. Para grabar en mi cerebro la luz, la
bruma, su olor. Y escribir en el cuaderno cada gramo de sensaciones, mirando al
embalse. No imagino un momento igual sin él en la habitación de arriba. No
imagino escribir en otro lugar en el que él no esté cerca.
Me pregunto, junto al
ventanal, si sería posible que estos despertares fueran eternos. Si pudiera
existir siempre una habitación, arriba, con su cuerpo caliente esperando al
mío. Y un cuaderno de hojas infinitas para llenarlo de palabras y despertares. Palabras
pausadas, desmenuzadas, deshilachadas. Palabras que peino y que luego me pongo
para salir del silencio y contárselas al oído, al calor de mi boca.
También me pierdo entre
las llamas; entre las ramas de roble que arden en la chimenea. Un fuego en un
lugar cualquiera, en un paraje escondido, en un atardecer cualquiera. Me gustan
los momentos de silencio, en los que los ojos anochecen y reposan cada imagen
del día. El silencio que anuncia travesuras. Las que haré con mi amante entre las sábanas, en la habitación de arriba.
La noche. El sueño. Soñar.
Sueño con estos lugares
de brumas, de embalses, de amaneceres, de atardeceres. De chimeneas, de
silencios, de palabras, de cigarros. Sin rutinas, sin deberes, sin horas, sin
anhelos. Lugares y tiempos en los que verter en silencio las palabras que mi
amante despeina. Por eso me gustan los anocheceres contemplados en silencio.
Por eso me gustan los despertares tranquilos en su compañía. Porque me invitan
a escribir. Porque sólo con él yo me despeino.
Porque sin él, todo mi mundo es ruido.